Luis
Antonio Rodríguez
Secretario General
de la FNERRR
Antes de llegar a
Bolivia, el Che Guevara abandonó Cuba y se había ido a luchar a África,
específicamente al Congo Belga, para brindar ayuda a los insurgentes congoleños
dirigidos por Alphonse Massemba-Debat, Gastón Soumaliot y Lauren Kabila. Sin
embargo, las cosas no marcharon bien en esas tierras porque no había
condiciones para una guerrilla exitosa como la cubana, por lo que Fidel Castro
ordenó terminantemente el regreso de esta expedición a la isla. Después de este
descalabro, uno de los más dolorosos en su vida, el Che se da tiempo para
estudiar, reflexionar y hacerse una severa autocrítica por su responsabilidad
en la derrota, todo esto durante su breve estancia en la embajada de Cuba en
Tanzania y los cinco meses que vivió en una casa de seguridad del gobierno
cubano en la ciudad de Praga, Checoslovaquia.
El comandante Guevara regresa secretamente a Cuba en
julio 1966. Una vez que Fidel Castro ha dado lectura a la famosa carta de
despedida, donde el Che renuncia a todos los cargos y derechos que le ha dado
la Revolución, salvo a los “lazos de otra clase que no se pueden romper como los
nombramientos”, no puede quedarse en Cuba; pero a diferencia de los que quieren
ver su salida como el rompimiento derivado del temor de Fidel por el carisma
del médico, la verdad es que lo único que no le permite quedarse en Cuba es su
genuino interés por promover el cambio social en el mundo y la sed de revancha
que seguro ronda en su cabeza después del trago amargo africano.
Ernesto Guevara de la Serna llegó a Bolivia el 3 de
noviembre de 1966 para encabezar un ejército libertador que, a semejanza de
Cuba, pudiera derrocar la dictadura militar del general René Barrientos, el
cual había derribado al presidente Víctor Paz Estenssoro. El gobierno de
Barrientos, como el de varios países latinoamericanos de esa época, gobernaba
con dureza y castigaba la oposición con la muerte o con el destierro, como lo
demuestran las matanzas de obreros mineros o la expulsión del país del
secretario general de la poderosa Central Obrera Boliviana, Juan Lechín
Oquendo. Este régimen contaba con el respaldo de Washington.
Fueron 11 meses para preparar el terreno y hacer la labor
guerrillera, durante los cuales el Che y sus combatientes le propinaron duros
reveses al ejército boliviano, a pesar de la superioridad numérica y
armamentística. Como señaló Fidel Castro en la introducción al diario de
Ernesto Guevara en Bolivia: “El gobierno
de Barrientos y los más altos jefes militares tienen sobradas razones para no
publicar el Diario, donde se puede constatar la inmensa incapacidad de su
ejército y las incontables derrotas que sufrieron en manos de un puñado de
guerrilleros decididos que en unas pocas semanas le arrebató en combate cerca
de doscientas armas.”
Su estancia en el corazón de América del Sur fue toda una
proeza. El Che Guevara, estoico como era, hizo pocas alusiones a las duras dificultades
de su pequeño ejército: pocas menciones sobre el hambre, la sed, la
imposibilidad de dormir y, desde luego, siempre tratando de minimizar su
latente asma. Esto se explica sólo porque el comandante Guevara nunca perdía de
vista la estrategia de su lucha, siempre tratando de señalar los asuntos que
tuvieran que ver con ésta, y haciendo notas que le servirían para ir perfeccionando
el camino de la guerrilla.
Pero la travesía guevarista en Bolivia no pudo tener el
éxito que sí alcanzó la lucha militar en Cuba. No sólo el comandante, sino el
resto de la tropa, dan cuenta que durante todo el tiempo de estancia, el
autodenominado Ejército de Liberación Nacional de Bolivia sólo tuvo una
incorporación, pese a que en ciertos momentos la cooperación de los campesinos
eran notoria: les servían de guía, les vendían o regalaban alimento y les
contaban de las duras condiciones de vida. De cualquier manera, lo que estuvo
claro es que no se podía iniciar una guerrilla exitosa donde no había condiciones
para hacerla. Si a esto se le suma que el núcleo guerrillero estaba compuesto
en primer lugar por cubanos y después por bolivianos y que el Partido Comunista
de ese país, dirigido por el tristemente célebre Mario Monge, obstruyó el
desarrollo del movimiento, el saldo resultante es que era prácticamente
imposible ganar una guerra de esa naturaleza.
Lo que siguió después es universalmente conocido: el Che
Guevara fue capturado y posteriormente asesinado el 9 de octubre, a manos de Mario
Terán, un soldado de tropa al que décadas después le fue devuelta la vista por
médicos cubanos que estaban en misión en Bolivia. Todo esto no hubiera sido
posible sin la abierta incursión del gobierno de Estados Unidos, que no
escatimó su apoyo al régimen de Barrientos. La caída de legendario comandante
argentino nos dejó como lección la imposibilidad de exportar la revolución; y,
décadas después, también es una muestra que la lucha militar sólo debe ser el
último recurso, una vez que se hayan conquistado las conciencias del pueblo y
que se les niegue a éstas el poder político por la vía democrática.
Sin embargo, a pesar de sus errores y de la imposibilidad
actual del foco guerrillero, la última batalla del Che en Bolivia nos dejó el
ejemplo de un hombre congruente, firme partidario de sus ideas y amante leal de
las mejores causas de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario