Historia

El 23 de mayo de 1999, la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez se constituyó con la presencia de delegados de 28 estados de la república, que acudieron a esta cita para darle forma a nuestro movimiento y buscar así enarbolar la causa de la educación popular y de calidad, ya que no existía una organización nacional articulada que diera la batalla en este orden. Desde aquel año a la fecha, la FNERRR no ha dejado de trabajar por el mejoramiento de las condiciones de estudio de miles de jóvenes que se mantienen de nuestro lado.

Nos hemos dado a la tarea de interpretar y transformar la realidad de la educación en un país en donde la mayoría de sus habitantes están en condiciones de pobreza y, por tanto, no tienen acceso a derechos esenciales como la educación. Nos hemos convertido en una organización de alcance nacional, siempre enarbolando las banderas que nos dieron origen y que siguen siendo válidas hasta el día de hoy.

En trece años, nuestros logros han sido considerables, pues la fuerza organizada de los estudiantes ha conseguido resolver demandas de todo tipo: Construcción de escuelas y albergues estudiantiles; equipamiento de centros educativos y casas del estudiante con mobiliario, computadoras, utensilios de cocina, despensas, vestuario, utilería e instrumentos para grupos culturales, uniformes y material para la práctica de diversas disciplinas deportivas; apoyos económicos con subsidios alimenticios y becas para estudiantes de escasos recursos, entre muchos otros beneficios.

20 de febrero de 2013

El Che Guevara en Bolivia


            Luis Antonio Rodríguez
Secretario General de la FNERRR

Antes de llegar a Bolivia, el Che Guevara abandonó Cuba y se había ido a luchar a África, específicamente al Congo Belga, para brindar ayuda a los insurgentes congoleños dirigidos por Alphonse Massemba-Debat, Gastón Soumaliot y Lauren Kabila. Sin embargo, las cosas no marcharon bien en esas tierras porque no había condiciones para una guerrilla exitosa como la cubana, por lo que Fidel Castro ordenó terminantemente el regreso de esta expedición a la isla. Después de este descalabro, uno de los más dolorosos en su vida, el Che se da tiempo para estudiar, reflexionar y hacerse una severa autocrítica por su responsabilidad en la derrota, todo esto durante su breve estancia en la embajada de Cuba en Tanzania y los cinco meses que vivió en una casa de seguridad del gobierno cubano en la ciudad de Praga, Checoslovaquia.

            El comandante Guevara regresa secretamente a Cuba en julio 1966. Una vez que Fidel Castro ha dado lectura a la famosa carta de despedida, donde el Che renuncia a todos los cargos y derechos que le ha dado la Revolución, salvo a los “lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”, no puede quedarse en Cuba; pero a diferencia de los que quieren ver su salida como el rompimiento derivado del temor de Fidel por el carisma del médico, la verdad es que lo único que no le permite quedarse en Cuba es su genuino interés por promover el cambio social en el mundo y la sed de revancha que seguro ronda en su cabeza después del trago amargo africano. 
              
            Ernesto Guevara de la Serna llegó a Bolivia el 3 de noviembre de 1966 para encabezar un ejército libertador que, a semejanza de Cuba, pudiera derrocar la dictadura militar del general René Barrientos, el cual había derribado al presidente Víctor Paz Estenssoro. El gobierno de Barrientos, como el de varios países latinoamericanos de esa época, gobernaba con dureza y castigaba la oposición con la muerte o con el destierro, como lo demuestran las matanzas de obreros mineros o la expulsión del país del secretario general de la poderosa Central Obrera Boliviana, Juan Lechín Oquendo. Este régimen contaba con el respaldo de Washington.

            Fueron 11 meses para preparar el terreno y hacer la labor guerrillera, durante los cuales el Che y sus combatientes le propinaron duros reveses al ejército boliviano, a pesar de la superioridad numérica y armamentística. Como señaló Fidel Castro en la introducción al diario de Ernesto Guevara en Bolivia: “El gobierno de Barrientos y los más altos jefes militares tienen sobradas razones para no publicar el Diario, donde se puede constatar la inmensa incapacidad de su ejército y las incontables derrotas que sufrieron en manos de un puñado de guerrilleros decididos que en unas pocas semanas le arrebató en combate cerca de doscientas armas.”

            Su estancia en el corazón de América del Sur fue toda una proeza. El Che Guevara, estoico como era, hizo pocas alusiones a las duras dificultades de su pequeño ejército: pocas menciones sobre el hambre, la sed, la imposibilidad de dormir y, desde luego, siempre tratando de minimizar su latente asma. Esto se explica sólo porque el comandante Guevara nunca perdía de vista la estrategia de su lucha, siempre tratando de señalar los asuntos que tuvieran que ver con ésta, y haciendo notas que le servirían para ir perfeccionando el camino de la guerrilla.

            Pero la travesía guevarista en Bolivia no pudo tener el éxito que sí alcanzó la lucha militar en Cuba. No sólo el comandante, sino el resto de la tropa, dan cuenta que durante todo el tiempo de estancia, el autodenominado Ejército de Liberación Nacional de Bolivia sólo tuvo una incorporación, pese a que en ciertos momentos la cooperación de los campesinos eran notoria: les servían de guía, les vendían o regalaban alimento y les contaban de las duras condiciones de vida. De cualquier manera, lo que estuvo claro es que no se podía iniciar una guerrilla exitosa donde no había condiciones para hacerla. Si a esto se le suma que el núcleo guerrillero estaba compuesto en primer lugar por cubanos y después por bolivianos y que el Partido Comunista de ese país, dirigido por el tristemente célebre Mario Monge, obstruyó el desarrollo del movimiento, el saldo resultante es que era prácticamente imposible ganar una guerra de esa naturaleza.

            Lo que siguió después es universalmente conocido: el Che Guevara fue capturado y posteriormente asesinado el 9 de octubre, a manos de Mario Terán, un soldado de tropa al que décadas después le fue devuelta la vista por médicos cubanos que estaban en misión en Bolivia. Todo esto no hubiera sido posible sin la abierta incursión del gobierno de Estados Unidos, que no escatimó su apoyo al régimen de Barrientos. La caída de legendario comandante argentino nos dejó como lección la imposibilidad de exportar la revolución; y, décadas después, también es una muestra que la lucha militar sólo debe ser el último recurso, una vez que se hayan conquistado las conciencias del pueblo y que se les niegue a éstas el poder político por la vía democrática.

            Sin embargo, a pesar de sus errores y de la imposibilidad actual del foco guerrillero, la última batalla del Che en Bolivia nos dejó el ejemplo de un hombre congruente, firme partidario de sus ideas y amante leal de las mejores causas de la humanidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario