Historia

El 23 de mayo de 1999, la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez se constituyó con la presencia de delegados de 28 estados de la república, que acudieron a esta cita para darle forma a nuestro movimiento y buscar así enarbolar la causa de la educación popular y de calidad, ya que no existía una organización nacional articulada que diera la batalla en este orden. Desde aquel año a la fecha, la FNERRR no ha dejado de trabajar por el mejoramiento de las condiciones de estudio de miles de jóvenes que se mantienen de nuestro lado.

Nos hemos dado a la tarea de interpretar y transformar la realidad de la educación en un país en donde la mayoría de sus habitantes están en condiciones de pobreza y, por tanto, no tienen acceso a derechos esenciales como la educación. Nos hemos convertido en una organización de alcance nacional, siempre enarbolando las banderas que nos dieron origen y que siguen siendo válidas hasta el día de hoy.

En trece años, nuestros logros han sido considerables, pues la fuerza organizada de los estudiantes ha conseguido resolver demandas de todo tipo: Construcción de escuelas y albergues estudiantiles; equipamiento de centros educativos y casas del estudiante con mobiliario, computadoras, utensilios de cocina, despensas, vestuario, utilería e instrumentos para grupos culturales, uniformes y material para la práctica de diversas disciplinas deportivas; apoyos económicos con subsidios alimenticios y becas para estudiantes de escasos recursos, entre muchos otros beneficios.

14 de febrero de 2013

LAS MANIFESTACIONES ESTUDIANTILES Y LAS FORMAS


Carlos Ehécatl Lázaro Méndez

 Responsable de la Casa Nacional del Estudiante CMI

14 de febrero de 2013

Los acontecimientos ocurridos en el plantel CCH-Naucalpan el 1 y 5 de febrero de este año ponen en primera plana, nuevamente, las manifestaciones estudiantiles. Como siempre, al siguiente día de los hechos los periódicos y medios de información denunciaron los acontecimientos. Pero no fue todo. Enojados y ofendidos por la reforma que se pretende aplicar en el plan de estudios de los CCH´s, los “estudiantes” inconformes (cualquiera que haya estudiado en un Colegio de Ciencias y Humanidades sabe que quienes realizan estas actividades son pseudoestudiantes que tienen años dentro de los planteles y no hacen más que grilla) marcharon el jueves 7 de febrero por las calles de la ciudad y, como culmen de su manifestación, tomaron con lujo de violencia las oficinas de coordinación de  CCH´s, instalaciones que se encuentran en Ciudad Universitaria.

Si los estudiantes tienen derecho o no a manifestarse (por las razones que sea) es un tema que no está a discusión; damos por sentado que el pueblo en general, y los estudiantes dentro de él, tienen la libertad innegable a expresar su conformidad o rechazo de cuanto acontece en su contexto. Buscar las razones más profundas de por qué consideramos que es una libertad innegable merecería un conocimiento erudito sobre filosofía de la política y derecho. No es este el espacio de dicha discusión. Lo que aquí buscamos saber es si las formas en que se manifestaron los insurrectos son las más correctas.

La violencia como forma de manifestar la inconformidad de cualquier sector es, según algunas corrientes filosóficas, la mejor manera de resolver los conflictos. Dejando de lado las reflexiones que en torno al tema pudieran surgir, hace más claridad al respecto voltear a ver la realidad y observar cómo suceden las cosas. La destrucción como herramienta principal en la búsqueda de un cambio es algo poco inteligente y poco meditado; dado que sus resultados son siempre (con contadas excepciones) contrarios a lo deseado debemos cuestionar estos métodos de lucha. Precisamente este aspecto es el que los manifestantes no logran ver: tomar por la fuerza las oficinas de una institución de la cual se busca una solución, y sin haber considerado antes que no cuentan con el respaldo del cuerpo estudiantil al que, según ellos, representan.

¿Cuál es, entonces, la forma por la que se deben resolver situaciones de conflicto? La sangre, históricamente está demostrado, corre siempre de las venas del pueblo. Las revoluciones y conflictos armados siempre dejan profundas huellas en los pueblos que se ven afectados y son hecho aborrecibles que acaban con la vida de millones de personas y representan un atraso en la vida en sociedad. La violencia no debe ser nunca el primer paso para resolver algo. Si dos personas están en desacuerdo sobre lo que sea, lo último que se debe hacer es que el conflicto devenga golpes o muerte. Un principio de la vida en sociedad es precisamente la tolerancia y respeto, ambas cosas necesarias para un diálogo.

Lo deseable en este tipo de conflictos es llegar a una solución por la vía pacífica. Un diálogo que sostengan uno y otro bando. La violencia debe ser usada como herramienta última si es necesaria, si no lo es lo mejor es simplemente no ejercerla. A lo que voy es a que la acción de los manifestantes al provocar disturbios en el CCH-Naucalpan y después tomar las instalaciones de los CCH´s en CU no es la forma más correcta para darle solución al problema. Estos hechos son fruto de un descontento mal encaminado y trazado con los pinceles del anarquismo e izquierdismo absurdo, corrientes que son bien engendradas en la UNAM.

En general es un problema de las izquierdas en todo el mundo que no se puede obtener un consenso para llegar a un mismo fin. El problema es que no todos los inconformes buscamos lo mismo, y quienes buscamos lo mismo no siempre lo buscamos por las mismas formas. El problema de las formas necesarias para avanzar en la construcción del objetivo fijado (independientemente de la izquierda que se trate) es una de las cuestiones que exigen una explicación más amplia y profunda para entender los procedimientos de lucha de las organizaciones progresistas de nuestros días.

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