Historia

El 23 de mayo de 1999, la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez se constituyó con la presencia de delegados de 28 estados de la república, que acudieron a esta cita para darle forma a nuestro movimiento y buscar así enarbolar la causa de la educación popular y de calidad, ya que no existía una organización nacional articulada que diera la batalla en este orden. Desde aquel año a la fecha, la FNERRR no ha dejado de trabajar por el mejoramiento de las condiciones de estudio de miles de jóvenes que se mantienen de nuestro lado.

Nos hemos dado a la tarea de interpretar y transformar la realidad de la educación en un país en donde la mayoría de sus habitantes están en condiciones de pobreza y, por tanto, no tienen acceso a derechos esenciales como la educación. Nos hemos convertido en una organización de alcance nacional, siempre enarbolando las banderas que nos dieron origen y que siguen siendo válidas hasta el día de hoy.

En trece años, nuestros logros han sido considerables, pues la fuerza organizada de los estudiantes ha conseguido resolver demandas de todo tipo: Construcción de escuelas y albergues estudiantiles; equipamiento de centros educativos y casas del estudiante con mobiliario, computadoras, utensilios de cocina, despensas, vestuario, utilería e instrumentos para grupos culturales, uniformes y material para la práctica de diversas disciplinas deportivas; apoyos económicos con subsidios alimenticios y becas para estudiantes de escasos recursos, entre muchos otros beneficios.

7 de febrero de 2013

La contradicción de la reforma educativa.


Gerardo Suárez Hernández.
Vocero nacional de la FNERRR.
7 de febrero de 2013.

Una de las reformas más importantes y controvertidas que ha planteado el nuevo Presidente de México Enrique Peña Nieto es la reforma educativa.

 Resulta un lugar común hablar del fracaso educativo en nuestro país centrándolo en la baja calidad de la educación que se recibe en la escuela, el alto nivel de deserción escolar, el alto índice de analfabetismo, la ignorancia generalizada entre la gran mayoría de nuestro pueblo,  la incultura que permea todas las capas de la población, la insuficiencia de las instituciones de enseñanza superior que se hace patente en el altísimo número de rechazados para ingresar al nivel superior, la nula producción científica, entre otras.

Al leer la reforma, pareciera que hay una gran coincidencia respecto al diagnóstico al juzgar al sistema educativo nacional. Sin embargo, basta recordar que las reformas gubernamentales en la materia se han sucedido una tras otra en las últimas décadas, sin que la educación  experimente una mejoría significativa, por el contrario,  en muchos aspectos la situación empeora.

Y es que, las discrepancias  brotan tan pronto se trata de precisar las causas que han provocado la crisis educativa y las responsabilidades de los participantes en el proceso, revelando la diversidad de enfoques y las medidas que se plantean para superar la problemática.

Por su parte, la iniciativa del nuevo gobierno se muestra como el producto de un análisis reflexivo y profundo del problema; señalando que el mismo no es resultado de un factor único, sino de la concatenación de factores históricos, económicos, sociales y jurídicos. A ese nivel de generalidad, considero que no hay discusión, el enfoque del fenómeno es correcto;  pero el problema brota cuando se plantean las medidas a tomar. Se hace evidente la contradicción: A un problema multifactorial se le pretende dar una solución unidimensional.

El proyecto de reforma, después de su loable análisis de los problemas más profundos que alberga el sistema educativo de nuestro país, plantea atacar decididamente el lastre que representa el desapego a la ley que se lleva a cabo en los procedimientos por los que se elige a los integrantes del magisterio. Se plantea el fortalecimiento del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación que, eso sí, no sólo evaluara a los docentes, sino a los educandos y a los resultados obtenidos de la conjugación de ambos actores en las aulas, para después poder dar directrices más claras de lo que se debe hacer en materia de aprendizaje.

Lo grave y decepcionante de la reforma, es que al no plantear una solución de fondo al problema educativo del país, lo único que resultará, si es que algo resulta, es que profesores con una mayor calidad académica, que sustenten su puesto en los conocimientos que han obtenido, intenten transmitir los mismos conocimientos a un creciente grupo de niños hambrientos, desnutridos y enfermos.

Los miles de niños y jóvenes que abandonan las escuelas por falta de recursos económicos son un elemento palpable de la extrema desigualdad que impera en nuestro país. El suplicio de Tántalo se hace presente de nuevo. La educación en todo el mundo recibe el trato de una mercancía, el modelo económico imperante y sus poderosos creadores han decidido que esa la mejor forma de distribuir la educación, aunque sólo la pueden recibir aquellos que pueden comprarla, y aunque en este país haya millones de familias que no pueden comprar la educación de sus hijos.

Entonces, ¿Los estudiantes de este país están eternamente condenados a la ignorancia? ¿La educación continuará siendo algo inalcanzable para los más de 80 millones pobres de nuestro país? No, de forma contundente digo que no. Si el estado no está dispuesto a garantizar la educación digna y de calidad que el pueblo necesita, entonces el pueblo la debe de tomar para sí. La solución sólo puede venir del pueblo organizado, en el que la vanguardia nacerá de los niños y jóvenes que salgan de las aulas a exigir un cambio de fondo en nuestro país, enalteciendo las banderas de los más humildes y desprotegidos miembros de nuestra nación.

Se requiere un sistema social con una distribución más equitativa de la riqueza producida. En el que se atiendan los problemas de alimentación,  salud,  vivienda,  servicios públicos,   transporte, buenos salarios para los maestros, y de todos los factores que de una u otra manera inciden en el proceso educativo. Si esto no se atiende, no esperemos un cambio sustancial en la educación de los mexicanos.

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