Historia

El 23 de mayo de 1999, la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez se constituyó con la presencia de delegados de 28 estados de la república, que acudieron a esta cita para darle forma a nuestro movimiento y buscar así enarbolar la causa de la educación popular y de calidad, ya que no existía una organización nacional articulada que diera la batalla en este orden. Desde aquel año a la fecha, la FNERRR no ha dejado de trabajar por el mejoramiento de las condiciones de estudio de miles de jóvenes que se mantienen de nuestro lado.

Nos hemos dado a la tarea de interpretar y transformar la realidad de la educación en un país en donde la mayoría de sus habitantes están en condiciones de pobreza y, por tanto, no tienen acceso a derechos esenciales como la educación. Nos hemos convertido en una organización de alcance nacional, siempre enarbolando las banderas que nos dieron origen y que siguen siendo válidas hasta el día de hoy.

En trece años, nuestros logros han sido considerables, pues la fuerza organizada de los estudiantes ha conseguido resolver demandas de todo tipo: Construcción de escuelas y albergues estudiantiles; equipamiento de centros educativos y casas del estudiante con mobiliario, computadoras, utensilios de cocina, despensas, vestuario, utilería e instrumentos para grupos culturales, uniformes y material para la práctica de diversas disciplinas deportivas; apoyos económicos con subsidios alimenticios y becas para estudiantes de escasos recursos, entre muchos otros beneficios.

19 de febrero de 2013

Los movimientos estudiantiles entre la espontaneidad y la militancia


Guillermo Ríos Guerrero
Dirigente de la FNERRR en el Distrito Federal

En 1972, en la Universidad de Guadalajara, el compañero Presidente Salvador Allende sentenció: “…Y ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil.”

Hoy no hay duda de que los jóvenes, principalmente estudiantes, en distintas partes del mundo han levantado la voz de distintas maneras. Ahí está, por ejemplo, la lucha de los estudiantes chilenos encabezada por la Confech (Confederación de Estudiantes de Chile o las monumentales movilizaciones convocadas por el Sindicato de Estudiantes en España, incluso la “primavera mexicana” protagonizada por el hoy inadvertido movimiento #YoSoy132.

No es para menos, el sistema económico capitalista de nuevo está en crisis en todo el mundo y uno de los sectores que resiente los recortes, la falta de apoyo institucional y el decrecimiento en el gasto público destinado a la educación, son precisamente los estudiantes, quienes en muchos casos ven frustrados sus anhelos de una vida, ya no digamos mejor, sino simplemente soportable.

El ingenio, la emotividad, la resistencia y el arrojo con el que los jóvenes se lanzan a las calles al llevar a cabo una manifestación, son cosas que difícilmente pasan desapercibidas y que para muchas personas significa una recuperación súbita de la fe en la lucha popular. ¿Qué ser humano podría censurar el desborde de energía protagonizado por estudiantes que lanzan sus consignas revolucionarias como catapultas?

A pesar de lo anterior, muchas veces los más aguerridos movimientos estudiantiles se ven forzados a guardar las banderas, callar las bocas y a dejar de denunciar las injusticias a falta del apoyo popular que tuvieron en las primeras etapas. Doy tres ejemplos: el movimiento #YoSoy132 en nuestro país después de haber congregado a más de 90 mil jóvenes a favor de la democratización de los medios y en contra del entonces candidato y actual presidente, Enrique Peña Nieto, hoy se encuentra reducido a pequeños grupos universitarios, heterogéneos, sin una bandera común ni una dirección unificada. Pasó a ser la sombra que asecha a un gobierno que les tiene sin cuidado.

Recientemente la lideresa estudiantil chilena, Camila Vallejo Dowling,  quien fue protagonista de una de las  luchas de los estudiantes chilenos más vigorosas de los últimos tiempos en su país; quien dejó claro a la opinión internacional que para que las demandas de los estudiantes llegaran a buen término se necesitaba un nuevo modelo económico, declaró en septiembre del año pasado en una entrevista para el programa “Tolerancia Cero de Chilevisión” que el movimiento estudiantil en su país se encuentra desgastado y ha perdido masividad. Y por último, según el periódico “La Razón”, sin quitar lo mediático de la noticia, publicó que  el movimiento estudiantil apenas logró reunir a unos cientos de personas en Madrid.

¿Qué pasa?, ¿A caso la lucha estudiantil está condenada al fracaso, a la pérdida del apoyo de las masas? No, la lucha estudiantil debe ser reivindicada para poder convertirse en una lucha auténticamente revolucionaria y auténticamente popular. José María Aranda Sánchez, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, en su estudio “El movimiento estudiantil y la teoría de los movimientos sociales” describe a los movimientos estudiantiles actuales como organizaciones donde  predomina la heterogeneidad, el liderazgo múltiple y una posición antiestatal. “..de pequeña escala y descentralizadas, antijerarquizadas y que favorecieran la democracia directa”.

Este tipo de organización, aparentemente democrática, conlleva varios vicios desde su origen. En primer lugar, impide actuar a la masa estudiantil con prontitud y eficacia a problemas concretos porque necesitan del consenso de toda la asamblea. Además, mantener este tipo de estructura implica mantener un contacto constante y permanente entre todos los miembros, lo cual resulta una tarea imposible si tomamos en cuenta que para solucionar los problemas de mayor envergadura del estudiantado nacional es necesaria, precisamente, una organización nacional. Y por último, implica una lenta e ineficaz capacidad de respuesta.  Vicios que se superan con una estructura vertical.

Mucho se ha criticado a la estructura vertical, es decir, una estructura con líderes, con niveles de toma de decisiones,  por ser poco democrática, por crear caudillos e incluso se le acusa de obedecer a formas de organización stalinistas y fascistas. Yo creo que en el fondo tales acusaciones parten de una premisa falsa, la cual es creer que la democracia se reduce a la manera en la cual se toman las decisiones (por mayoría), pero olvidan que la democracia fundamentalmente es una forma de organización en que es el pueblo quien gobierna. ¿Acaso no es un grupo o una persona  capaz de representar los intereses populares? Yo creo que sí.

La democracia que deberían buscar los estudiantes  no es solamente una democracia en la forma, sino en el contenido, con esto quiero decir que pueden  nacer líderes y generarse estructuras de organización jerárquicas que representen auténticamente la voluntad general de los grupos estudiantiles, aún más ellos deben buscar que esos líderes existan, los representen y  organicen, ya que en su lucha se enfrentan no solamente contra fuertes intereses de la burguesía nacional e internacional sino, también, a un complicado y muy desarrollado aparato de gobierno. Esta circunstancia exige que los estudiantes se organicen en una forma que les de movilidad, dinamismo y capacidad de respuesta, en una estructura donde existan líderes y niveles de decisión, siempre con la condición de que esos líderes sean elegidos, respaldados y ratificados, según el caso, por su propia base estudiantil.

Esta última forma es la que le ha permitido a la Federación Nacional de estudiantes Revolucionarios (FNERRR) cumplir su aniversario décimo tercero  y el tener presencia en cada una de las entidades federativas. Es cierto, nuestras movilizaciones en algunos casos han sido más modestas, pero eso sí, podemos presumir de tener a la organización estudiantil mejor organizada, con una capacidad de denuncia que abarca todo el territorio del país, que realmente recoge los interés propios del estudiantado nacional y cuyos líderes son ratificados todos los años, desde los comités escolares hasta nuestra dirigencia nacional.
El gran temor de los que acusan a las estructuras verticales es, en realidad, el temor del pequeñoburgués, que  sin darse cuenta de que ha vivido sometido por las clases dominantes (que para explotarlo nunca le solicitan consentimiento) teme, reprueba y combate el que alguien se ponga sobre él para tomar decisiones que beneficien a la lucha revolucionaria y por consiguiente a su calidad de vida.

Otro error de los movimientos estudiantiles, derivado de la misma ineficiente organización, es la falta de una dirección clara, con objetivos precisos; es el error de caminar hacia todos lados y hacia ninguno al mismo tiempo. Es el querer abanderar todas las causas; desde las peticiones netamente estudiantiles, pasando por la “autonomía de los pueblos indígenas”, de los derechos de los trabajadores electricistas, de indignación por las muertas de Cd. Juárez, hasta los reclamos más generales y abstractos; como cambios en el modelo educativo y científico, el modelo de seguridad nacional, modelo económico neoliberal, sistema de salud nacional, democratización de los medios de comunicación, vinculación con movimientos sociales; sin proponer ninguna ruta para llevar a la práctica estos cambios. 

Los estudiantes que realmente quieren lanzarse a una lucha revolucionaria deben entender que la defensa de todas las demandas anteriores, por más abstractas que sean, es loable desde el punto de vista humanitario, pero no se justifica en el terreno de la lucha práctica. Además, deben ser conscientes de que como estudiantes debemos darnos  la tarea, primero, de luchar por mejores condiciones para la educación de los más pobres de este país, ésa es otra forma de luchar en el terreno de los hechos por una mejor distribución de la riqueza y de crear al interior del país, en un futuro no muy lejano, profesionistas y personas nacionalistas, críticos, humanistas y que se sientan parte de un proyecto de nación.

El auténtico líder estudiantil debe luchar por los interés del estudiantado más pobre de este país, probarse  como dirigente e invitar a otros estudiantes a luchar para que una vez que haya pasado su etapa de estudiante o se haya dado cuenta de la necesidad de organizar a las masas trabajadoras, entonces debe estar presto para desarrollarse como un líder popular en toda la extensión de la palabra. 

Es cierto que los grandes problemas del país sólo se resolverán con un cambio radical de modelo económico, pero para que esto llegue, primero debemos cambiar la correlación de fuerzas en este país, correlación de fuerzas que hoy está a favor de los intereses de la burguesía. Así como dijo Salvador Allende en el mismo discurso en la UAG, debemos darnos cuenta que “la revolución no pasa por la universidad, y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores.”

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